Queridos amigos, se define al empresario como aquella persona que de forma individual o colectiva, fija los objetivos y toma las decisiones estratégicas acerca de las metas, los medios, la administración y el control de las empresas, y asume la responsabilidad tanto comercial como legal frente a terceros. Es aquél que combina capital y trabajo con el objetivo de producir bienes y/o servicios para ofertarlos en el mercado a fin de obtener beneficios.
Existe todavía sin embargo la concepción generalizada en este país, de que ser empresario significa “rico”, olvidando que dentro de ese mismo concepto, “empresario”, se engloban ricos, autónomos y automonos, personajes con el rolls royce en la puerta sí, pero también los que cuentan con una única furgoneta que utilizan como coche de empresa y coche particular, temerosos además de que Hacienda cuestione ese uso indistinto.
Cambiemos ese concepto, Señores, y saldremos adelante, entendamos que el empresario, el buen empresario, se encuentra en peligro de extinción, el que se arriesga, el que se atreve, el que continua frente a la adversidad, el que transforma el problema en reto, el que nunca desconecta, el empresario que vela por “su” gente, el que “no se entera de nada” pero todo lo sabe, el que sufre pero no transmite angustia, el que sabe motivar, el empresario de raza, ese mismo, está desapareciendo, y ¿Qué debe hacerse con las especies en extinción? Pues cuidarlas, proporcionarles un entorno seguro y preservarlas, puesto que de lo contrario nos quedaremos sin ellos, no olvidemos que empresas hay muchas, pero empresarios de raza, empresarios de los que generan riqueza a la par que una familia laboral, empresarios de los que este país se ha nutrido en las últimas décadas, de esos apenas quedan.
Desde este despacho de asesores hemos asistido, afortunadamente, al emprendimiento de nuevas aventuras por parte de muchos de nuestros clientes, pero también al abandono de otros, abandono forzoso en la mayor parte de los casos por parte de empresarios de raza, de los buenos, de los hechos a sí mismos. Abatimiento inicial que sin embargo en la mayoría de los casos se transforma en una nueva energía, alimentada tan solo por la iniciativa, por las ganas, por el querer más que el poder, no olvidemos que el empresario de raza nunca descansa, y siempre está pensando en innovar, en crear, en dirigir, en conseguir objetivos.
Por eso desde aquí, me gustaría en primer lugar animar a los que ya están metidos en el juego, animarles a seguir, a continuar, a arriesgar a innovar, pero también al resto, a los lectores que no terminan de decidirse, al que teme, al que todavía no lo tiene claro pero “le gustaría” iniciar una aventura empresarial, ¿por qué no?, pregunte, asesórese cuantas veces necesite, pida, exija, valore, pero muévase, muévase y rodéese de gente de confianza, personas profesionales, entusiastas de la empresa y de la PYME como los profesionales que aquí trabajamos, abogados, asesores, “psicólogos de empresa” y a veces, por qué no, coachers, pregúntenos, adelante ¡¡atrévase!!, estaremos encantados de ayudarle porque su éxito es el nuestro.
A todos vosotros, ánimo y no lo olvidéis, estamos con vosotros, somos uno de vosotros.